" Así como leer me ayuda a volar, escribir me ayuda a expresar emociones, dudas e ideas. Encontré en este blog la forma de compartirlo. A través de "mi catarsis" para entender el momento que marcó mi vida, "mis pequeños cuentos" que son el camino a seguir para aprender a ser un buen escritor, y simplemente las "charlas del día a día" referidas a aquellas cosas que siempre pensamos serían fáciles y hoy se nos hacen cuesta arriba, todo lo aquí escrito surge de mis emociones y de mi alma, es mi marca registrada".



Nunca deixes passar sem viver bem vivida uma
hora feliz que lhe oferece a vida, por mais absurda ou proibida, pois nao
encontras ao pasar pela vida outra hora feliz por esa hora
perdida!!!


martes, 7 de septiembre de 2010

Desde el aire

El vuelo salió en horario, sentada en el asiento trece junto a la ventana procuro conciliar el sueño para que las nueve horas de navegación no sean más que una siesta tardía. Sin poder estirar mis piernas en el espacio de medio metro cuadrado en que me encuentro considero que hacer ante un posible insomnio. La lectura me marea, descarto ojear la revista que ofrece la empresa de viajes y que se encuentra casi pegada a mi rostro ya que el pasajero en el asiento que tengo enfrente no tiene problemas de sueño y ha reclinado su butaca haciendo mi estadía aun mas incómoda. Si hubiera decidido partir en el vuelo anterior estaría mirando una película, escuchando la voz de algún actor conocido en mis oídos, quizás miraría dos películas pero el disfrute de horas de playa valió más que la comodidad durante una decena de ellas en el aire.
Mi compañero más próximo al que no conozco aparenta ser una persona normal según los parámetros que utilizo para llegar a esta conclusión, solo me preocupa que su descansar sea tranquilo y sin ronquidos, aunque en este momento no escucho ni la voz de mis pensamiento, tapada por el ruido de los motores y un poco también por el embotamiento que me produce la presurización. Ya hemos pasado los momentos de turbulencia mínima posterior al despegue y estamos a la altura necesaria para el regreso directo a nuestros hogares, o por lo menos para mí porque yo regreso a casa, otros irán a trabajar, a visitar a un pariente enfermo o simplemente a vacacionar como hasta hace solo una hora lo estaba haciendo yo.
El cielo está oscuro pero cierta luminosidad me golpea desde el exterior a través de la pequeña ventana que se convierte en mi compañera y musa de un mar de pensamientos que se suceden a medida que las imágenes se concretan ante mis ojos.
No es la primera vez que viajo en avión pero si la primera que no puedo hacer de ese momento un trámite y siento la necesidad de ocupar mi tiempo en algo, sin tener con quien hablar mi mejor compañera seré yo misma.
Lo que veo es minúsculo y solo cuando la luz les da forma parecen ciudades, pueblos y rutas. Todo es tan pequeño. Los caminos son líneas trazadas para medir las distancias entre espacios poblados, una y otra vez todo comienza y termina de la misma manera. Todo lo que veo lo conozco, se cuales son las dimensiones y la profundidad que nos distancia pero desde mi perspectiva las personas son hormigas imperceptibles entre marañas de tierra, calles y luces. Desde la ventana de algún edificio un hombre pierde su mirada en el cielo y ve un avión atravesando el cielo, él pensará en mi solo como una pequeña hormiga viajando en otra dimensión.
Tomar distancia nos permite ver las cosas de otra manera, cuando manejo en mi auto puedo saber que estoy en tal pueblo o en tal calle porque los carteles me lo indican y los límites que los separan delimitan mi andar, desde el aire todo es abstracto pero igualmente perceptible desde los modelos mentales que nos enseñaron. Puedo distinguir un pequeño grupo de personas que han decidió vivir alejadas de las grandes ciudades, se puede ver la simetría de los lotes y ramificaciones de calles que se entrecruzan para marcar a la gente su camino o simplemente para dejarlas pasar.
Nunca dejé de observar aunque no pudiera ver. Los campos están apagados e imagino los seres que los habitan viviendo su vida en esa oscuridad para mi tan profunda y lejana. El neon brilla como las estrellas que me rodean. Siento que es tan perfecto como humano lo que veo, hemos logrado armarnos como sociedad y todo lo que hacemos busca ser parte del encastre necesario para que todo funcione. Tan perfecto es lo que veo como lo que atravieso, un cielo que nos permite introducirnos en él con nuestras máquinas queriendo siempre llegar más y más arriba. Queremos llegar a donde se supone que se esconde Dios para mirarnos. Sentado impasible en las nubes, como siempre lo imaginé, observa no solo lo perfecto de su creación sino también el quiebre que esos humanos, no tan perfectos y no tan a su imagen y semejanza, producen en todo lo que con tanta minuciosidad surgió de la varita mágica de ese gigante. Me pregunto como verá el gran creador lo que yo veo desde mi pequeño asiento en esta gran aeronave, porque si todo es cuestión de perspectiva para Dios esta no es más que un juguete en la palma de su mano. Viajo de un perfil de mi cerebro a otro, evalúo la perfección desde la matemática y desde las emociones veo todo como una gran obra maestra de un solo ser. Ahora puedo verla desde una posición que creo suya.
La gente con quienes comparto este viaje desconoce mis pensamientos y yo los de ellos pero todos juntos formamos parte de una gran red de movimientos y energías por la cual las sociedades evolucionan, me doy cuenta lo pequeña que soy y lo grande que creí que era.
En breve estaré tocando tierra nuevamente y yo, que veo en este momento todo con grandeza, pasaré a formar parte del hormiguero citadino que con tanta admiración reconozco perfecto desde el aire.
El aterrizaje me devuelve a la realidad. Todo comienza a moverse y todo indica que ya puedo bajarme de la nube en la que me encontraba sentada observando el mundo.
Al salir del aeropuerto tomo un taxi para que me lleve raudamente a mi casa. El tráfico no ha cambiado, la simetría existe pero de cerca todo parece desordenado y complejo. Le pido al chofer que busque una manera de salir de ese atolladero, todo lo que me pareció hermoso tan solo un instante atrás se vuelve superfluo y banal, quiero llegar y cruzar la puerta de mi nido pero las ramificaciones de las actividades de esta comunidad me lo impiden.
Desde el aire la abstracción gana terreno a lo concreto, desde el aire todo parece ideal, desde la butaca del taxi ya nada resulta tan placentero.

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