" Así como leer me ayuda a volar, escribir me ayuda a expresar emociones, dudas e ideas. Encontré en este blog la forma de compartirlo. A través de "mi catarsis" para entender el momento que marcó mi vida, "mis pequeños cuentos" que son el camino a seguir para aprender a ser un buen escritor, y simplemente las "charlas del día a día" referidas a aquellas cosas que siempre pensamos serían fáciles y hoy se nos hacen cuesta arriba, todo lo aquí escrito surge de mis emociones y de mi alma, es mi marca registrada".



Nunca deixes passar sem viver bem vivida uma
hora feliz que lhe oferece a vida, por mais absurda ou proibida, pois nao
encontras ao pasar pela vida outra hora feliz por esa hora
perdida!!!


lunes, 13 de septiembre de 2010

Cambio de estación

No lograba recordar una mañana más otoñal que aquella que observaba desde su ventana. Las hojas en el suelo y las ramas vacías de los árboles los mostraban desnudos como desnuda sentía su alma.

El teléfono lo distrajo de sus vacilaciones. Si bien no estaba completamente lúcido, luego de una larga noche de sueño, reconoció la voz sintiendo un frío repentino que recorrió sus venas como si se encontrara desnudo en la calle.

Era la voz de una mujer. Una mujer que había imaginado como su compañera de vida, de caminos. Una de la que no sabía nada desde hacia dos años, cuando sin preaviso decidió salir de su vida. Habría querido poder expresar todas las emociones que lo invadieron de repente pero se sintió mudo.

Sin complicaciones, ni arrepentimiento alguno ella comenzó su monólogo sin considerar siquiera si su interlocutor tenía real interés en oír lo que ella pudiera llegar a decir.

Los motivos que años atrás los separaron fueron dejados a un lado por un breve lapso en el que él creyó poder darle una oportunidad y escuchar con atención. Ella lo había llamado para pedirle ayuda. Si bien la había odiado cuando ella decidió terminar con su proyecto en común, también la había amado con locura y fue en honor a esos sentimientos que comenzó a conectarse con su historia, aunque su mente continuara observando el paisaje que lo hipnotizaba con cada hoja de color que caía sobre la plaza.

Cuando se separaron muchas preguntas habían quedado sin responder pero al notar la angustia en su voz, creyó que no era necesario embarcarse en un reclamo continuo y sin sentido.

Ella había formado una familia y el hijo que alguna vez soñaron juntos, hoy era el hijo de otro. En la desesperación expresada, se evidenciaba algún momento de plena felicidad que había llegado a su fin, ella lo había perdido todo y creyó que en el podría encontrar el consuelo que tanto necesitaba.

Si bien deseaba escucharla, ayudarla y sentir verdadera pena por lo que ella estaba viviendo, un mar de sentimientos lo invadió y las palabras escuchadas pasaron a un segundo plano. Su mente comenzó a vagar, y mirando por su ventana volvió a centrar su atención en las hojas que caían de los árboles impulsadas por el viento. Cada hoja que caía lentamente comenzó a imaginarla como cada uno de los momentos que ellos habían compartido. Hojas marrones, moradas, amarrillas, iguales y distintas como las sensaciones que lo embargaban.

Continuó oyendo pero sin escuchar. Debatía sus pensamientos entre ayudar a alguien que amó pero que dejó en él una profunda y latente herida, o continuar con su día como si el teléfono nunca hubiera sonado. En ese momento se percató de que ella había dejado de hablar esperando una respuesta a una pregunta que él no había logrado entender.

Volvió a mirar el paisaje, le parecía el más hermoso que había visto en muchos días, en muchas mañanas de otoño. Ella continuaba en la línea esperando una respuesta. Los colores reflejaban tanto la muerte como la vida, el paso de uno a otro estado como algo común e inevitable. Comenzó a pensar en que cada recuerdo que tenía con ella estaba representado en cada pequeña hoja que abandonaba el árbol que bien podría ser su propio cuerpo. Ella necesitaba una respuesta y se lo hizo saber, pero aún así, él solamente lograba concentrarse en como la historia que juntos habían tenido se iba ocultando entre cada hoja caída hasta quedar oculta y como parte de una hojarasca de otoño que sabía mañana desaparecería dando lugar a una nueva estación. Pensó profundamente en esa nueva estación, la que él estaba esperando y en la que nunca consideró que ella podría ser protagonista. Luego de mirar hacia la calle por última vez, se volvió hacia su apartamento y sin expresar palabra alguna, cortó.

Belén Perciavalle